sábado, fevereiro 09, 2008

O Presidente da Bolsa e o Rebelde


Alguém viu alguma alusão a esta notícia na auto-designada "imprensa de referência" portuguesa?


Carta abierta del presidente de la Bolsa de Bruselas a Jérôme Ollier a raíz de la acción que éste realizó el 26 de enero de 2008 en el marco de la jornada de acción global. El diario belga Le Soir la publicó el 5 de febrero, anunciándola en primera plana.

En la web de Le Soir (http://www.lesoir.be/forum/cartes_blanches/carte-blanche-l-homme-revolte-2008-02-05-575557.shtml) encontraréis otras respuestas debajo del texto del presidente de la Bolsa.

En la dirección www.cadtm.org y http://www.indymedia.be/fr/node/25720 podéis ver el reportaje fotográfico de la acción de Jérôme.

El domingo 10 de febrero hacia el mediodía, Jérôme será uno de los invitados a un debate público en la televisión belga RTB-F. Entre otros invitados: el presidente de la Bolsa y Arnaud Zacharie.


Carta abierta de Bruno Colmant, presidente de la Bolsa de Bruselas dirigida a Jérôme Ollier, El hombre rebelde

Martes 05 de febrero de 2008, 09:33

Es a ti, el hombre cuyo nombre jamás sabré, a quien dedico estas líneas. Tú querías atraer la atención de unos centenares de transeúntes, sobre la cúpula de la Bolsa, el sábado 26, hacia el mediodía.

Las radios lo informaron, en el flujo de las noticias de la tarde, pero es a millares de lectores a quienes relato tu historia.

Nuestro encuentro fue uno de esos momentos improbables. Y tú, esposado detrás de los vidrios ahumados del ululante coche policial que te llevaba apresuradamente, sin duda no lo entendiste: yo estaba estupefacto por las coincidencias y turbado por una extraña sensación de haber vivido un momento singular.

Incluso era, sin duda, más profundo: estaba dividido entre la emoción que tu acción me había inspirado y la tristeza por los ideales alocados y las esperanzas resignadas.

Un poco como si los escasos segundos pasados juntos me hubieran proyectado al mundo de la adolescencia, el tiempo en el que la despreocupación hace accesibles los sueños, la época que precede las tormentas de la vida y las desilusiones.

Nos cruzamos sobre el techo de la Bolsa. Alpinista aparentemente experimentado, fue a fuerza de un despliegue de escalas y de escalada como habías podido llegar casi hasta la cima, cuando unos transeúntes, alertados por tu maniobra, avisaron a la policía.

En plena semana de Davos, coincidiendo ésta con una de las más impresionantes semanas bursátiles de los últimos veinte años y el mayor fraude bancario, tú lograste desplegar una inmensa pancarta en la que habías pintado «Make capitalism history»... Debías de haber cosido muchas sábanas e ideaste un ingenioso sistema de cuerdas para extenderlas. La policía y el viento contrariaron tus planes.

Estando solo en el trabajo, ese sábado en la Bolsa, me vi yo también en la estrecha cornisa del edificio, guiando, mientras corría, a la policía en esta polvorienta construcción del siglo xix. Tú te dejaste arrestar conservando la calma. Fue entonces, cuando estabas rodeado en el ascensor, que nuestras miradas se cruzaron, con respeto. Debes de tener una treintena de años, y tienes la mirada insolente de los rebeldes del sistema.

Eres incluso extrañamente parecido a Jérôme Kerviel, aquel joven broker que habría reventado las operaciones de corretaje de la Société Générale francesa.

Como los militantes de Greenpeace, perteneces a esa raza de raros hombres que tienen en los ojos una llama de rebelión, y de los cuales yo siempre me pregunto en qué os habréis convertido dentro de veinte años.

Fue entonces, cuando te dije que yo presidía la Bolsa, que, bien informado y sin dudar, pronunciaste mi nombre. También me preguntaste, con malicia, si la semana no había sido demasiado dura, con la coyuntura de los mercados.

Nada, en tu comportamiento, dejaba suponer la menor ligereza en tus actos. No eras un combatiente del altermundialismo. No había ninguna violencia en tu comportamiento, sólo determinación. Arriesgaste tu vida por una idea. Utilizaste un edificio simbólico para afirmar una convicción.

Pero ¿valía la pena arriesgar tu vida, y sobre todo la de los policías que te perseguían?

Es verdad que tener la audacia de la rebelión suscita respeto. En El hombre rebelde, Camus decía que no es la rebelión en sí misma lo que es noble, sino lo que ella exige. Decía el filósofo que el rebelde, en sentido etimológico, revuelve. Opone lo que cree que es preferible a lo que no lo es.

Como Camus, tú te has revuelto contra la Bolsa. Pero al hacerlo tú la haces existir. Camus escribía también, en El mito de Sísifo, que no tiene sentido morir por las ideas. Entonces, en tu acción, subsisten profundas incógnitas. ¿Tienes razón? Si es así, ¿sobre qué premisas? ¿Por qué pusiste en peligro tu vida y la de otros?

Apenas te habían subido al coche policial cuando ya los bomberos descolgaban tu pancarta. Los periodistas acababan de llegar. Tus ideas no son realistas, porque el capitalismo es el orden natural de las comunidades humanas. Tu acción es punible. La Bolsa es indispensable para la economía: formula el valor y fundamenta la llamada al capital al riesgo.

Pero, aunque infundadas, tu acción y tu pancarta interpelan. Exigen estas pocas líneas.


Respuesta del «hombre rebelde»

Carta abierta publicada en Le Soir el jueves 7 de febrero en respuesta a la carta abierta de Bruno Colmant, presidente de la Bolsa de Bruselas, que apareció en la edición del mismo diario del martes 5 de febrero con el título «El hombre rebelde».

Estimado Bruno,

Estoy totalmente de acuerdo contigo: hemos vivido los dos un «momento singular». También recuerdo muy bien nuestro encuentro. En el ascensor, te dije: «Ustedes —la clase capitalista— habéis perdido un paquete este fin de semana» y tu me respondiste, con una leve sonrisa: «Sí... 40.000 millones», bajo la mirada estupefacta de los policías que nos acompañaban, sorprendidos de nuestro diálogo, cuando menos cordial. ¡Así que entonces tú, presidente de la Bolsa, has sido «interpelado» por esta acción...!

Has escrito que estabas «estupefacto por las coincidencias»: un crash bursátil planetario a principios de semana, a continuación el Foro Económico de Davos, esa gran misa del capitalismo que reúne cada año a los «poderosos» de nuestro mundo. No se trata de una coincidencia: el crash bursátil se perfilaba desde hace ya varios meses y el Foro Social Mundial se reúne cada año desde el 2001 al mismo tiempo que el de Davos, para intentar construir un contrapoder y afirmar que otro mundo es posible. Mi acción no es aislada: ese mismo sábado 26 de enero, más de 900 acciones tuvieron lugar en más de un centenar de países en todo el mundo. Esa pancarta «Make capitalism history», más allá de una acción que te recuerda «la adolescencia», era mi modesta contribución a esa semana de acción mundial.

Vayamos al fondo de tu mensaje. Escribes: «La Bolsa es indispensable para la economía: formula el valor y fundamenta la llamada al capital al riesgo.»

Retomo ahora una respuesta que recibí a raíz de tu carta abierta, respuesta que encuentro particularmente pertinente. Fue escrita por Eric Toussaint, autor del libro Banco del Sur y nueva crisis internacional[1], que te recomiendo: «Seamos serios señor Colmant, la Bolsa es hoy día esencialmente un sitio de especulación financiera. Los operaciones de recompra y fusión sin un verdadero proyecto industrial y la especulación con los títulos de empresas dominan las operaciones de bolsa. El comportamiento aborregado de los mercados financieros y los ciclos de la economía capitalista provocan con regularidad crisis bursátiles de gran envergadura que tienen efectos profundamente nefastos sobre la vida de los ciudadanos. En beneficio de algunos, ya muy ricos, el futuro de la gran mayoría de los demás se juega como en un casino. Recientemente, la especulación inmobiliaria, que afecta sobre todo a Estados Unidos, desembocó en la crisis del subprime. En el año 2007, dos millones de familias estadounidenses fueron expulsadas de su vivienda porque era incapaces de pagar su deuda hipotecaria. Las sociedades financieras que concedieron préstamos con tipo de interés variable a unas familias ya fuertemente endeudadas vendieron sus acreencias a grandes bancos en forma de títulos. Esos bancos los compraron en masa y se encuentran ahora con paquetes de títulos que ya no valen gran cosa. Cuando estos grandes bancos admitieron que tenían fuertes pérdidas, las bolsas se hundieron. Una gran cantidad de ciudadanos corre el riesgo de ver el ahorro de toda una vida puesto en peligro por las maniobras aventuradas de los operadores bursátiles. En efecto, una parte del ahorro está colocado en forma de acciones.»

En el mismo registro, el capitalismo sería para ti «el orden natural de las comunidades humanas» y por lo tanto ineludible. Es falso. En su forma actual, el capitalismo tiene apenas tres siglos de existencia. Las civilizaciones se desarrollaron en el curso de los milenios precedentes, en todos los continentes, sin conocer el capitalismo. La humanidad se puede organizar de otras formas, diferentes del capitalismo. Por ejemplo, que no ponga la búsqueda del beneficio individual como finalidad del comportamiento humano (por favor, no me respondas que la búsqueda del beneficio individual es parte del orden natural de las cosas, por que numerosos antropólogos han demostrado lo contrario) ni la acumulación del capital como motor de la economía. El capitalismo no desaparecerá por sí mismo, seguramente, a menos que el planeta no lo resista.

Existen otras formas de dominación: es el caso de la opresión de las mujeres por los hombres, el racismo, la opresión religiosa..., todas a abolir. Tenemos necesidad de establecer alternativas reales. Y éstas no tienen nada que ver con el capitalismo, nada que ver tampoco con los regímenes totalitarios estalinianos de la época soviética, del Pol Pot o de la actual dictadura china.

El hecho de que haya subido al techo de la Bolsa no es un acto punible, se inscribe en el derecho de los ciudadanos a la insurgencia contra la opresión y a expresar su opinión. Para mí, hoy «el orden natural de las comunidades humanas» tendría más que ver con la voluntad de actuar para que los derechos humanos fundamentales sean de una vez garantizados... Si bien no hay soluciones «llave en mano» para un socialismo del siglo xxi, ello no nos exime, de ninguna manera, de construirlo.

Jérôme Ollier
Militante de la LCR Bélgica
Sección belga de la cuarta internacional


Si queréis poneros en contacto con Jérôme por email: jerome@cadtm.org

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