terça-feira, março 08, 2005

Más justicia, menos caridad II

Nos parece una ficción que el 80% de la humanidad viva en la miseria, y aún nos creemos solidarios

Por: Rosa Regàs*El Periódico - Noviembre 15 de 2004.

Pero la miseria la consideramos endémica e irremediable hasta el puntode vivir con ella como un mal inevitable. La miseria de los países menosdesarrollados, es cierto, pero también la de los nuestros, los llamadospaíses ricos, que mantienen una población que vive por debajo del nivelde la pobreza. Es inevitable, nos decimos, son perezosos, no quieren trabajar, les falta imaginación o se han dado a la droga o a la delincuencia. Pero al fin, pobres son también como los de Guinea Bissau, Burundi, Malí, Níger o Sierra Leona. No olvidemos que, según un estudio realizado por la OCDE, España tiene un índice de pobreza del 11%, y en EEUU la cifra alcanza el 15,8%, tanto más vergonzoso por cobijar también fortunas inmorales tan desmesuradas que con ellas podrían arreglarse deuna vez las miserables economías de unos cuantos países pobres.

SÍ, TODO LO QUE hacemos está bien, no digo que no. Pero no se trata de caridad sino de justicia. Es la aplicación de la justicia la que ha desolucionar los problemas de la miseria del planeta que ahora, en lugar de disminuir, como dicen los que defienden las políticas neoliberalesque hoy invaden el mundo, va en aumento. Pero cuando se habla de justicia ya no pensamos en los miserables ni nos abocamos a la solidaridad. ¿Acaso no protestamos cuando nuestros ministros y ministras no consiguen que la Unión Europea imponga a los productos que nos pueden hacer la competencia unos aranceles tan elevados como para que ni Sudán pueda entrar cacao, ni Argentina carne, ni Colombia café? Y al mismo tiempo defendemos, como hacen los neoconservadores, una globalización que sólo lo es para los que disponen de los elementos para llevarla a cabo en beneficio propio. ¿De qué globalización podemos hablar a los países pobres que carecen de los sistemas financieros y de las nuevas tecnologías que les permitirían transacciones en tiempo real de un país a otro, especulaciones financieras como las que hacemos nosotros?

¿De una globalización ! quenos les autoriza a montar sus negocios en otros países, ni su residencia, ni vender sus productos, cuando nosotros podemos instalarnos de por vida donde y cuando queramos? La miseria es la legalización de la injusticia entre países y entre individuos y los ciudadanos nos escudamos en que no comprendemos esos procesos económicos de los que nace la injusticia planetaria, aunque sí entendemos que un país no crezca por el aumento del precio del petróleo.

En cualquier caso no hemos sido los ciudadanos sino el Gobierno socialista el que ha aumentado el gasto en cooperación hacia el 0,7 delPIB, en lo cual se acerca a una justicia que tantas iglesias, tantasmorales trasnochadas y tantos países quieren sustituir por la caridad. ¿Cómo negar que nos deja indiferente la pobreza que nos rodea, si aceptamos los bloqueos económicos sabiendo que sólo empobrecen a la población y no a los líderes que se pretende castigar? ¿No es así en los casos de Cuba y de Irak, castigados por no ser democráticos mientras se da estatuto preferencial a las relaciones económicas con China, cuyaf alta de democracia y libertad y cuya aplicación de la pena de muerte por delitos políticos no parecen impresionar a nadie?

*Rosa Regàs es escritora y directora de la Biblioteca Nacional

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