segunda-feira, junho 18, 2012

Llamada europea "Una otra vía para Europa"

BRUXELAS 29 JUNHO 2012, 9h00-18h30
FORUM NO PARLAMENTO EUROPEU

Europa está en crisis porque ha sido secuestrada por el neoliberalismo y por la banca. En los últimos años el significado de Europa – con un persistente déficit democrático – se ha siempre reducido a una visión restricta del mercado único y de la moneda única, trayendo liberalizaciones y burbujas especulativas, pérdida de derechos y explosión de desigualdades. Esta no es la Europa que había sido imaginada hace décadas como un espacio de integración económica y política, libre de guerras. Esta no es la Europa que había sido construida a través de los progresos económicos y sociales, la extensión de la democracia, de los derechos y del estado de bienestar.
Ese proyecto europeo está ahora en peligro.
A la crisis financiera, las autoridades europeas y los gobiernos nacionales han dado respuestas irresponsables: han salvado los bancos privados, pero han rechazado intervenir con las herramientas de la Unión monetaria para encauzar las dificultades de los países más endeudados; han impuesto a todos los países políticas de austeridad y recortes presupuestarios que ahora serán insertados en los tratados europeos. El resultado es que crisis financiera se extiende a casi todos los países, el euro es en peligro, se perfila una nueva gran depresión, hay riesgo de desintegración de Europa.
Europa puede sobrevivir solo si cambia de vía. Otra Europa es posible. 
Europa tiene que significar justicia social, responsabilidad medioambiental, democracia y paz. Esta es la vía indicada por una parte importante de la cultura y de la sociedad europea. Esta es la vía indicada por los movimientos para la justicia y la dignidad, por las protestas contra las políticas de austeridad de los gobiernos. Pero esta vía ha sido ignorada por las fuerzas políticas dominantes en Europa. Esta otra Europa no es un nuevo super-estado ni una burocracia intergubernamental. Una forma de gobierno democrático de Europa es necesaria si queremos afrontar los desafíos globales en que los estados nacionales no logran intervenir.
La vía hacia otra Europa tiene que hacer converger visiones de cambio, protestas sociales, políticas alternativas hacia un cuadro común. 
Proponemos seis objetivos desde los que partir:
Redimensionar el sector financiero. El sector financierio– el origen de la crisis – debe ser restrigindo a condiciones que no puedan devastar más la economía. La Unión monetaria debe ser reorganizada y debe garantizar colectivamente la deuda pública de los países que utilizan el euro; el Banco Central Europeo debe convertirse en prestador de ultima instancia de la Unión. No puede ser aceptado que el peso de la deuda destruya la economía de los países en dificultad. Todas las transacciones financieras deben ser gravadas, hay que reducir los desequilibrios producidos por los movimientos de capital, una regulación más estricta debe impedir las actividades más especulativas y peligrosas, debe ser reintroducida la división entre bancos comerciales y bancas de inversión, se debe crear una agencia de rating pública europea.
Integrar las políticas económicas. Europa debe ir más allá de los viejos y nuevos pactos de estabilidad, más allá de las políticas limitadas al mercado y a la moneda única. Las iniciativas de Europa deben afrontar los desequilibrios de la economía real y cambiar la dirección del desarrollo.
En la esfera fiscal hay que armonizar los impuestos en Europa, trasferiendo la carga fiscal desde el trabajo hacia la riqueza y a los recursos no renovables, con nuevos ingresos que financien los gastos en el nivel europeo.
El gasto público – en el nivel nacional y europeo – debe ser utilizado para relanzar la demanda, defender el estado de bienestar, extender las actividades y los servicios públicos.
La políticas industriales y de innovación deben orientar producciones y consumos hacia mayores competencias de los trabajadores, calidad y sostenibilidad. Los eurobonos deben ser introducidos no solo para financiar la deuda, pero también para financiar la conversión ecológica de la economía europea.
Aumentar el empleo, tutelar el trabajo, reducir las desigualdades. Los derechos del trabajo y el estado de bienestar son elementos constitutivos de Europa. Tras décadas de políticas que han creado desempleo, precariedad y empobrecimiento, y han retraído las desigualdades a los niveles de los años treinta, las prioridades para Europa son la creación de un empleo estable y con salarios más altos – especialmente para las mujeres y los jóvenes –, la tutela de los ingresos más bajos y la protección de los derechos sindicales, la negociación colectiva y la democracia en los lugares de trabajo.
Proteger el medio ambiente. La sostenibilidad, la economía verde, la eficiencia en el uso de los recursos y de la energía deben ser el nuevo horizonte del desarrollo europeo. Todas las políticas deben tener cuenta de los efectos medioambientales, reducir el cambio climático y en uso de recursos no renovables, favorecer las energías limpias, la eficiencia energética, las producciones locales, la sobriedad de los consumos.
Practicar la democracia. Las formas de la democracia representativa a través de partidos y gobiernos – y el dialogo social entre organizaciones que representan capital y trabajo – son siempre menos capaces de dar respuestas a los problemas. En el nivel europeo, el proceso de decisión común es siempre más reemplazado por el poder de lo más fuerte. La crisis quita legitimidad a las instituciones europeas: la Comisión opera siempre más como una burocracia en apoyo a los países más fuertes, el Banco central no responde a los ciudadanos, y el Parlamento europeo no utiliza sus poderes y queda excluido de las decisiones clave sobre la economía. En estas décadas los ciudadanos europeo han sido protagonistas de movimientos sociales y practicas de democracia participativa y deliberativa – desde los Foros sociales europeos hacia las protestas de los indignados.Estas experiencias necesitan una respuesta institucional Hay que superar la distancia entre los cambios sociales de hoy y las instituciones que están paradas en una época pasada.
Las sociedades europeas no deben encerrarse en si mismas. La inclusión social y política de los migrantes es una prueba esencial del grado de democracia de Europa. Enlaces más estrechos tienen que ser construidos con los movimientos para la democracia en los países del África mediterránea que han derribado los regímenes autoritarios.
Hacer la paz y defender los derechos humanos. La integración europea ha permitido superar siglos de conflictos, pero Europa sigue endo responsable de la presencia de armas nucleares, de estrategias militares agresivas y de un quinto del gasto militar mundial: 316 mil millones de dolares en 2010. Con los actuales problemas presupuestarios, drásticos recortes y racionalizaciones del gasto militar son necesarios. La paz en Europa no viene desde la protección de la fuerza militar, sino desde una política de seguridad humana y común, que puede construir la paz y garantizar los derechos humanos. Europa tiene que abrirse a las nuevas democracias del Oriente Medio, así como se había abierto a los países de la Europa del Este tras 1989.
Proponemos llevar esta agenda para una otra Europa al Parlamento europeo y a las instituciones de Europa. Este nuevo significado de Europa es ya visible en las movilizaciones comunes de los ciudadanos, en las redes europeas de la sociedad civil, en las luchas de los sindicatos; ahora debe afectar la política y los procesos de decisión de Europa.
Hace treinta años, al principio de la “nueva guerra fría” entre Este y Oeste, la llamada para el desarme nuclear lanzaba la idea de una Europa libre de los bloques militares y pedía de “empezar a actuar como se una Europa unida, neutral y pacifica ya existiera”. Hoy, en la crisis de la Europa de la financia, de los mercados, de la burocracia, deben empezar a poner en practica una Europa igualitaria, de paz, verde y democrática.
Rossana Rossanda, founder of Il Manifesto
Elmar Altvater, Attac Germany
Samir Amin, World Forum for Alternatives
Philippe Askenazy, CNRS-Paris school of Economics
Zygmunt Bauman, University of Leeds, UK
Seyla Benhabib, Yale University
Donatella Della Porta, European University Institute
Trevor Evans, Euromemorandum and Berlin School of Economics & Law
Luigi Ferrajoli, University of Roma Tre
Nancy Fraser, New School for Social Research, New York
Monica Frassoni, European Green Party
Susan George, honorary president of Attac France, Board President of the Transnational Institute
Paul Ginsborg, University of Florence
Rafael Grasa Hernandez, ICIP, Barcelona
Mary Kaldor, London School of Economics, UK
Thomas Lacoste, filmmaker and publisher, Paris
Dany Lang, Economistes atterrés
Maurizio Landini, secretary of the metalworkers’ union Fiom-Cgil
Jean-Louis Laville, European coordinator, Karl Polanyi Institute of Political Economy
Giulio Marcon, Coordinator of the Sbilanciamoci coalition
Jens Martens, Director, Global Policy Forum Europe
Doreen Massey, Open University and Soundings
Chantal Mouffe, University of Westminster, London
Heikki Patomäki, chair, ATTAC Finland and University of Helsinki
Pascal Petit, Université de Paris 13
Mario Pianta, University of Urbino and Sbilanciamoci
Kari Polanyi Levitt, McGill University, Montreal, Canada
Wolfgang Sachs, Wuppertal Institut, Germany
Saskia Sassen, Columbia University
Andrew Simms, fellow, New Economics Foundation, London
Steffen Stierle, scientific council Attac Germany
Massimo Torelli, Rete@sinistra
Peter Wahl, WEED,World Economy & Development Association, Germany

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